Sevilla ha sido el escenario del
«III Congreso Bíblico Internacional: “Los rostros de Dios en la Biblia”» (3-5
de septiembre de 2012), celebrado en el «Centro de Estudios Teológicos de
Sevilla», con la asistencia de algo más de doscientos congresistas. En el acto
inaugural presidió la mesa Mons. Juan José Asenjo, Arzobispo de Sevilla, y
junto a él D. Gregorio Serrano, primer teniente alcalde de Sevilla; Dª Teresa
García Gutiérrez, vicerrectora de Relaciones Internacionales de la Universidad
de Sevilla; D. Ramón Valdivia Giménez, director del Centro de Estudios
Teológicos de Sevilla; y D. Santiago Guijarro Oporto, director de la Asociación
Bíblica Española. El Arzobispo de Sevilla inauguró el evento encomendando a
Dios los frutos científicos y espirituales del Congreso.
Los trazos del cuadro del
Congreso lo han marcado, especialmente, las cuatro ponencias:
1. Ronald S. Hendel
(Universidad de California, Berkeley), The Emergence of Monotheism: God and the gods in the Tetrateuch
(El surgimiento del Monoteísmo: Dios y los dioses en el Tetrateuco).
Su intervención partió de la «visión» de Blaise Pascal del «Dios de
Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, no de los filósofos ni de los letrados».
Pascal reclama las «razones del corazón» frente a los diversos racionalismos.
El ponente reivindicó las representaciones «nativas» israelitas presentes,
según él, en los escritos yahvista (J), elohista (E) y sacerdotal (P) de los
cuatro primeros libros de la Biblia; dentro del proyecto de exploración de la
memoria cultural de la Biblia.
En la fuente E el Dios de Moisés es identificado con el Dios de los
patriarcas, creando una continuidad que va desde Abraham hasta Moisés. También
aparecen los «dioses ajenos», reminiscencias de politeísmo, que deben repudiar.
Estos dioses, no obstante, son tratados con cierto respeto (son enterrados en
un lugar sagrado) y con una positiva visión tolerante. No obstante, el Dios de
Moisés es el único al que han de dar culto.
La revelación a Moisés en la zarza ardiendo representa el momento álgido
de la revelación divina en la fuente J. Pero J intenta mostrar que el culto a
Yahvé tiene su inicio en los orígenes, ya es invocado como tal por Enós, nieto
de Adán (Gn 4,26), y se convierte en un estribillo en las diversas narraciones
patriarcales. Los «otros dioses» que aparecen son seres divinos al servicio de
Yahvé.
La historia de la religión en P presenta a un Dios transcendente,
eliminando, casi totalmente, la posibilidad de otros dioses. Dios crea a los
seres humanos «a imagen de Dios». El Dios de P es el Dios de los pactos, de las
alianzas; pero también es el Dios de la santidad, de la distancia, de la
necesidad de purificación.
Hendel argumenta que la historia de la religión presente en esta triple
perspectiva «pueden ser consideradas como diferentes construcciones de la
memoria cultural, es decir, representaciones autorizadas del pasado con
relevancia en el presente».
2. Moisés Mayordomo Marín
(Universidad de Berna), Dios de paz, Dios violento – Ambivalencias teológicas
desde el Nuevo Testamento.
Dio inicio a su ponencia citando a varios autores de la antigüedad que
criticaron la visión de un Dios (o dioses) violento. Platón considera que
corresponde al fruto de las fantasías de los poetas; Filón de Alejandría, en su
tratado sobre Abraham, discurrió que el Dios que produce temor es fruto de una
visión limitada e inmadura de la divinidad; y Marción, por su parte, considera
que el Dios creador, del Antiguo Testamento, es antitético, incompatible con el
Dios de Jesús: el primero es el Dios de la justicia, el causante del mal,
mientras que el segundo es el Dios bueno.
Ya en el Nuevo Testamento, sugirió el análisis de dos
textos: el Sermón del Monte (Mt 5-7) y el Apocalipsis.
a)
En el Sermón del Monte
aparece, en boca de Jesús, la máxima «Amad a vuestros enemigos» (Mt 5,44), que
es la extensión máxima posible del amor al prójimo.
Y la razón no es ni filantrópica ni utilitarista: «para
que seáis hijos de vuestro Padre…» (v. 45).
Subrayó diversos aspectos de la anterior afirmación:
-
Es una metáfora paternal:
Dios es Padre. El cuidado paternal es extensión de su acción creadora; donde el
«Padrenuestro» está en el centro del Sermón del Monte.
Padre
e hijos crean una realidad recíproca.
Queda
realzada la imparcialidad, la integridad de Dios.
-
Es un mensaje inclusivo: la
bondad universal del Padre.
-
Se produce una relación
estrecha entre teología y moral.
Invita
a vivir con una bondad «extravagante».
Impulsa
a la imitación de la misericordia y bondad de Dios. La bondad, y no el juicio
divino, es lo determinante.
La
fe es en un Dios-Padre que incluye su misericordia a todo ser humano.
b) En el libro del Apocalipsis, de una manera especial en Ap
16,5-7.
La sed de justicia
parece calmada con la destrucción de «Babilonia».
Nos situamos en el
contexto histórico difícil de la comunidad de Asia Menor, en tiempo de
Domiciano. Aunque, comenta, las imágenes violentas del Apocalipsis no se
corresponden con la realidad histórica, están sobredimensionadas.
El texto busca una
respuesta a una situación de injusticia.
3. Natalio Fernández Marcos
(CSIC – Centro de Ciencias Humanas y Sociales, Madrid), El nuevo lenguaje
religioso del judaísmo helenístico.
Comenzó su intervención constatando cómo Alejandro
Magno cambió el panorama lingüístico y cultural. Y eso se traduce en:
a) Una helenización del judaísmo. En el s. III a.C. se traduce al
griego la Torá y los historiadores judíos comienzan a utilizar la retórica para
legitimar ante el helenismo las tradiciones religiosas judías.
b) La religión griega se transforma. Hay una «internacionalización»
de las deidades; asumiendo como propios las divinidades de otros pueblos.
Recibe influjos de Oriente, junto a una vuelta a tradiciones antiguas como el
orfismo. Se producen ciertas tendencias henoteístas e incluso monoteístas.
c) Cambios en la religión judía. El encuentro con el helenismo
llevó a una reformulación del judaísmo: la traducción de la LXX; los nombres de
Dios (Kyrios, Theos…); el triunfo del monoteísmo, acentuada en la LXX.
En el
judaísmo del Segundo Templo declina el uso del Tetragrama y su pronunciación.
Al Dios
de Israel se le aplican diversos títulos helenistas: Dios de los cielos, Señor
del cielo, Altísimo, Rey absoluto (Sirácida), Pantocrator, etc. La lengua
griega les permite subrayar el poder de Dios; algo que se observa especialmente
en los libros más tardíos.
Se
extiende la convicción que autores helenistas judíos y no judíos adoran al
mismo Dios, sólo que con distintos nombres (cf. Hch 17,11-28).
d) Yahvé y lo femenino. Hay una personificación de la Sabiduría
(cf. Pr 1,9; Sir 24,6; etc.). Posteriormente, en el judaísmo rabínico, ya no
queda lugar para lo femenino.
4. James D. G. Dunn (Universidad
de Durham, Reino Unido), The Human Face of God: God and the Christology of
The New Testament (El rostro humano de Dios: Dios y la Cristología del
Nuevo Testamento).
Dunn afirmó
que la Cristología comienza con el impacto que Jesús de Nazaret y, sobre todo,
su resurrección, produjo en sus discípulos. Y propuso una secuencia cronológica
en dicha Cristología:
a) La convicción de que Jesús era el hijo de Dios. Ya la
primera generación cristiana reconoció a Jesús como hijo de David e hijo de
Dios; la forma de dirigirse Jesús a Dios como «Abba» será su seña de identidad.
Aunque él ponente opina que éste título originalmente hay que entenderlo en un
sentido metafórico, como aclaró a una de las preguntas de los asistentes. No
obstante, «Hijo de Dios» es percibido, cada vez más, entre sus primeros
discípulos, como «el Hijo único de Dios».
b) Un segundo título, convertido tempranamente en confesión
bautismal, es «Jesús es Señor», sobre todo a partir del impacto de su
resurrección. La expresión «Señor», en griego kyrios, es el término
usado en la LXX para traducir la palabra hebrea YHWH, el nombre de Dios. La
confesión de que Jesús es Señor planteaba la cuestión de cómo se compaginaba
con la afirmación más fundamental que Dios es uno.
c) A Jesús se le aplica, también, el lenguaje usado para describir
la Sabiduría divina. Partiendo de que «la Sabiduría / Palabra divina es Dios
mismo en la medida en que puede ser conocida por la humanidad». Jesús es la
Sabiduría de Dios. Los primeros discípulos buscan un lenguaje adecuado para
expresar la singularidad de Jesús, ya que éste no es simplemente un mensajero o
un representante de Dios.
d) También Jesús es reconocido como la encarnación de la Palabra de
Dios, antes del final del s. I, en el evangelio de Juan. Aunque el ponente
puntualizará: «Hablar a la ligera de Jesús como pre-existente es socavar el
concepto mismo de “encarnación”, perdiendo, en efecto, algo vital en la
singularidad de Jesús, el Verbo encarnado, como la revelación de Dios, de sí
mismo, en un momento histórico y en un lugar concretos». La cuestión, argumentará, es si el
cristianismo es monoteísta o no.
Alegó que
Sabiduría y Palabra eran simplemente intentos de formas de expresar la acción
de Dios en la creación, en la revelación, en la redención. Entenderlas como
realidades «intermediarias» es una explicación insatisfactoria; de igual manera
que es insatisfactoria la categoría de «hipóstasis». Sabiduría y Palabra son
imágenes vivas, poéticas para hablar de Dios. Argumentó que «hablar de Dios
como tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, sin duda ha hecho que sea más
difícil mantener el monoteísmo cristiano». Lo que sí se ha de mantener y es característico
de este primer período es que «Cristo es el rosto humano de Dios»
Además de
estas cuatro grandes ponencias, el Congreso contó con seis aulas diferentes
(Biblia y Oriente Antiguo, Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, Escritos
Intertesmentarios y Rabínicos, Nuevas Hermenéuticas, y Biblia y Cultura), que
durante los tres días que duró el evento estuvieron ofreciendo, a todos los
asistentes, más de 70 comunicaciones diferentes. En ellas intervinieron
estudiosos de diversas Universidades y Facultades tanto teológicas como civiles
de España, pero también de Escocia, Reino Unido, Austria, Bélgica, Roma,
Dinamarca, Alemania, Polonia, USA, Canadá, Perú, Bolivia y Brasil. Todo un
elenco de intervenciones que confirmó la internacionalidad y nivel del Congreso.
A todo
ello hay que añadir, como colofón, la exposición «A través de los siglos:
Historia del texto bíblico», organizado por la «Asociación Bíblica Española» y
dirigido y coordinado, como comisarias de la muestra, por Mª Teresa Ortega
Monasterio y Guadalupe Seijas de los Rios-Zarzosa, en el marco de la «Casa de
la Ciencia (CSIC)» en Sevilla.
Javier Velasco-Arias