Vivimos en una sociedad en la que prima la laicidad, y esta realidad es algo positivo para la sociedad y también para la Iglesia. Ya el concilio Vaticano II subrayó, en la constitución sobre la Iglesia en el mundo actual «Gaudium et Spes», la justa y necesaria autonomía de las realidades temporales (n. 36). Una sana laicidad nada tiene que ver con la pretensión de mantener ciertos privilegios del pasado; pero tampoco con un laicismo beligerante, poco respetuoso con las manifestaciones públicas de lo religioso. Es en este marco en el que el intelectual católico ha de aprender a moverse, y a hacerlo con libertad. Más aun, ha de reivindicarlo como lugar propio, sin complejos.
En este contexto, ¿qué lugar ocupa la Biblia?; ¿qué palabras, qué gestos puede (debe) proponer el biblista a la sociedad actual, en nuestro caso la catalana?
La Biblia forma parte de nuestra cultura occidental. El arte, la cultura, incluso gran parte de nuestro lenguaje es incomprensible sin la Biblia. Muchos de los valores de nuestra civilización tienen su origen en el ámbito bíblico. La figura de Jesús de Nazaret sigue entusiasmando, continúa produciendo admiración en muchas personas, también entre los jóvenes.
Mi experiencia en grupos de animación bíblica, cursos, charlas, conferencias, etc. avalan la percepción de que la Biblia cuando se conoce, cuando se explica con pasión y con ciencia –las dos perspectivas se complementan– produce asombro, admiración, entusiasmo, despierta interrogantes… El último curso en la Universidad de Barcelona sobre «Jesús, un personaje histórico» (crédito de libre elección ofertado por el «Secretariat de Teologia a la Universitat»), que he impartido este año, me ha permitido, una vez más, el comprobar cómo la figura de Jesús llama la atención, impresiona también a las personas no creyentes. El número de alumnos/as fue algo limitado, pero aún así (quizás por eso) el curso ha sido muy interesante. El aprovechamiento del estudio fue muy similar en todos y todas, independientemente de su fe o su falta de ella. A la generalidad le impresionó la figura de Jesús.
No estoy intentando «pintar de rosa» la realidad que nos envuelve, nuestra sociedad. Sería un iluso. La situación, soy consciente, no es fácil. Pero sí estoy convencido que con una visión pesimista, derrotista… no hay nada que hacer. Ahora estamos conmemorando los 25 años de la muerte del gran teólogo del siglo XX Karl Rahner. En su obra «Oyente de la palabra» defiende que el ser humano es alguien abierto a la transcendencia, tiene «capacidad» de oír, de escuchar la revelación de Dios. Muchas veces he constatado esta afirmación. También en nuestra sociedad actual, en la sociedad catalana, las mujeres y los hombres tienen esa «capacidad». Nuestra tarea es descubrirla, alimentarla, potenciarla… Sin perder la esperanza, sin desalentarse. No es fácil, pero sí es posible.
jvelascoa@gmail.com
Gracias por el espiritu optimista.
ResponEliminaSin optimismo no se puede hacer nada.
ResponEliminaEl optimismo no está reñido con el realismo
La verdad es que es un placer , el poder dar
ResponElimina" razones a la fe", y otro placer, encontrar biblistas que se pongan al servicio de la fe y no de su inteligencia.
Gracias Javier por tus clases.
Glòria Vendrell i Balaguer